Aunque la tasa de contagios por covid19 parece estar cayendo nuevamente a nivel mundial y la mayoría de los infectados han pasado la enfermedad de forma leve, los expertos alertan de que tras de sí se esconde el riesgo de desarrollar nuevas patologías crónicas a largo plazo.

Esta es una amenaza que se produce con ómicron, a pesar de resultar, a priori, una variante más benévola que la originaria de Wuhán. “Trivializar el contagio por el SARS-CoV-2 es un rotundo error, porque la experiencia acumulada nos dice que la infección puede provocar unas consecuencias muy graves, también en aquellas personas que la superan de forma leve y sin necesidad de asistencia hospitalaria”, advierte el Dr. Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

La secuela más conocida de la infección por SARS-CoV-2 es la aparición de la covid persistente, una patología que afecta a entre el 10 y el 15% de los contagiados. Y a eso se añaden otras consecuencias, pues “se sospecha que la infección leve también puede desencadenar o acelerar la aparición de enfermedades crónicas a posteriori, como una diabetes o una hipertensión, además de provocar un deterioro multiorgánico que afecta al sistema neurológico, respiratorio, digestivo, daña el corazón, el hígado, el riñón…”

“Hacen falta más investigaciones al respecto que nos confirmen esta hipótesis, pero un estudio serio y muy amplio realizado en Estados Unidos con veteranos del Ejército y sus familias ya apuntó a mediados de 2021 que el 27% de quien pasó la covid leve mostró una mayor predisposición a padecer patologías crónicas impropias de su edad meses después del contagio. Esto, por suerte, se produce en un porcentaje pequeño de personas, pero dadas las enormes cifras de infectados actuales, nos enfrentamos a una circunstancia muy grave”, lamenta Armenteros.

Según ese estudio al que hace referencia el portavoz de SEMG, los nuevos problemas de salud más comunes fueron el dolor, las dificultades para respirar, el colesterol alto, la fatiga y la hipertensión, a los que se añadieron también síntomas intestinales, migrañas, problemas de la piel, anomalías cardiacas, trastornos del sueño y afecciones mentales, como ansiedad y depresión.

Una de las últimas conjeturas es que los niños que contraen coronavirus tienen significativamente más probabilidades de ser diagnosticados posteriormente con diabetes tipo 1 o 2, según advirtió en enero un informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. De acuerdo con la investigación, esto ocurre porque el SARS-CoV-2 afecta a las células del páncreas, responsable de producir insulina, y si esto no se produce se genera una acumulación de glucosa en la sangre que desencadena una nueva diabetes.

MT/LA RAZON

Por Alejandra

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