Mucho se ha hablado ya sobre el español Daniel Sancho desde que se conociese lo sucedido aquel fatídico 2 de agosto de 2023 en Tailandia. El hijo de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo acababa con la vida de Edwin Arrieta, para después descuartizarlo y diseminar sus partes por toda la isla.

No pudo cubrir sus huellas bien y fue detenido, iniciándose uno de los procesos legales más mediáticos de los últimos años. Esto ha hecho que todos los detalles del caso y de las vidas de sus protagonistas hayan sido analizados con lupa.

Parecía que ya se había contado todo, pero este jueves el programa «TardeAR» se anotó un tanto, al desvelar la última conversación que mantuvieron la víctima y el victimario a través de WhatsApp el día en que se encontraron en Tailandia, donde Sancho llevaba ya un par de días.

«Ya estoy aquí esperando porque supuestamente llegaban en 20 minutos», le decía al cirujano colombiano. Al ver que iba a demorarse, Edwin Arrieta le respondió que iba a darse una vuelta, lo que enfadó a Sancho: «Ah fenomenal, llegas y te vas a hacer un plan tú solo y yo aquí esperándote en el puerto».

Parece que eran comunes estos enfados, pues el médico le reprochó su actitud de «enojón», quitando fuerza al asunto. Surtió efecto, el chef le prometió: «Nos tomamos algo aquí, Koh Pha Ngan te va a recibir abriéndose el cielo». Una frase un tanto premonitoria.

No terminaron así los mensajes vía WhatsApp, pues Daniel Sancho continuó escribiendo al móvil de su compañero después de fallecido. Trataba de asegurarse una coartada, ofreciendo una imagen de preocupación por la desaparición de su amigo: «Estoy muy preocupado, hace horas que no te veo. Llevabas todas tus cosas, la plata, el móvil…», se lee en el chat difundido por el programa de Ana Rosa Quintana. Aún metido en el papel, Sancho le informaba al cirujano que iba «a tener que llamar a la policía».

También trataba de mantenerse positivo y le dijo: Espero que al llegar al hotel «estés ahí y que simplemente hayas perdido el móvil o la bolsa. Tengo miedo, había venido a buscarte a la playa que estuvimos antes, porque era el lugar que conocías».

Ya no hubo más mensajes, se presentó en la comisaría y los policías sospecharon de su testimonio. Al presionar terminó confesando el crimen, aunque ahora su defensa mantiene que la transcripción de sus palabras no ha sido fidedigna y pone en duda esta prueba de cara al juicio.

MT | La Razón España

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