Al menos 37 personas han muerto después de que miles de migrantes intentaran escalar una valla fronteriza entre Marruecos y el enclave español de Melilla. Más de 2.000 personas irrumpieron en el área el viernes, y alrededor de 500 lograron ingresar a un área de control fronterizo después de que una valla de hierro fuera cortada con cizallas.

Las autoridades marroquíes dijeron que las personas murieron como resultado de una “estampida”; pero organizaciones de derechos humanos, incluidas Amnistía Internacional y Walking Borders, han pedido una investigación inmediata sobre la tragedia, en medio de acusaciones de “violencia” policial.

El choque derivó en drama y dejó una multitud de cuerpos amontonados en las calles de la ciudad fronteriza marroquí. Los vecinos de Nador (en Marruecos) describen escenas dantescas: “Todo era sangre, en la cabeza, en las manos, en los pies…”. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) alertó contra cualquier intento de enterrar a los fallecidos con premura y sin que se abra una investigación “global, rápida y seria”.

Una decena de trabajadores cavaron fosas en un descampado del cementerio de Nador el domingo y afirmaron que el entierro estaba previsto para este lunes.

Por otra parte, cientos de personas de diversas organizaciones se concentraron en la Plaza del Callao de Madrid para protestar contra las políticas migratorias. La Asamblea Antirracista de Madrid y el Movimiento Estatal #RegularizaciónYa convocaron para la tarde del domingo una concentración “contra la masacre de Melilla”. La delegación del Gobierno en Madrid cifró el encuentro en cerca de 600 personas.

En los carteles que portaban asistentes se podía leer: “Nadie es ilegal”, “Las vidas negras importan”, “Por ser pobre” o “Ayer emigrábamos, hoy discriminamos”, entre otros.

MT / El País / Independent

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