Ni vicio, ni hábito, ni vagabundería: el tabaquismo es una adicción porque, entre sus varios miles de productos tóxicos, hay uno (nicotina) que llega al cerebro y produce sensación de placer. Es por eso que todavía, en tiempos de pandemia y pese al riesgo de morir más rápido, hay personas que siguen fumando, “porque la adicción al tabaco es psicológica y física”, explica Juan Saavedra, gerente general de la Sociedad Anticancerosa.
Pero la pandemia ha sido, también, una escuela, recuerda Saavedra, porque “si logramos hacer algunos cambios de estilo de vida, como lavarnos las manos, distanciamiento físico, tapabocas, podemos hacer un cambio en el estilo de vida y dejar el consumo de tabaco”.
Este lunes 31 de mayo, se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco. Una buena razón para buscar ayuda, es el riesgo que corren los fumadores de sufrir más complicaciones en caso de enfermarse con COVID-19. “Hacen enfermedad pulmonar más severa, son hospitalizados en terapia intensiva porque ya tienen enfermedades pulmonares”, detalla en entrevista con el programa Punto a Favor.
“Entre los fumadores, el riesgo de enfermedad grave y muerte por COVID-19 se incrementa hasta en un 50%, por lo que dejar de fumar es lo mejor que pueden hacer los fumadores para reducir el riesgo que entraña el coronavirus, y también el riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades cardíacas y respiratorias”, sostiene Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el mundo, calcula Saavedra, hay 1.300 millones de fumadores; 8 millones de ellos mueren al año. En Venezuela, en 1980, “49% de la población fumaba; en 2017 bajó a 17,03%”, refiere, gracias a medidas como los ambientes libres de humo, los avisos en las cajetillas, los impuestos. “Pero hace unos cuatro años el Estado bajó un poquito la guardia”, se ha bajado “la presión regulatoria y se está metiendo por la puerta trasera el cigarrillo electrónico, relacionado con problemas respiratorios”.
(MT/CPT)