El exmandatario Jair Bolsonaro, de 68 años, habría deseado una destacada llegada a Brasil tras pasar tres meses en Estados Unidos e incluso había rumores de que realizaría un paseo en descapotable para saludar a sus seguidores. No fue así.

Bolsonaro viajó en un vuelo comercial y en el aeropuerto pasó por los procedimientos habituales de desembarque internacional y, siguiendo los protocolos de seguridad establecidos, salió por un área reservada para evitar un posible tumulto.

Varios vehículos de la Policía Militar escoltaron su coche hasta la sede del Partido Liberal (PL), formación mayoritaria en la Cámara de Diputados y a la que se unió hace poco más de un año para presentarse a las elecciones. Allí, se encontró con su mujer, Michelle, y destacados líderes políticos.
 
En su primer discurso en la sede del PL en Brasilia, Bolsonaro cargó contra el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva: «Vamos por esa gente que por ahora, y por poco tiempo, está en el poder, (para que) no pueda hacer lo que quiera con nuestra nación».

Después, mantuvo un encuentro a puerta cerrada para discutir su futura estrategia política. Antes de subirse al avión, Bolsonaro declaró que «no va liderar ninguna oposición». «No tienes que oponerte a este gobierno. Este gobierno es una oposición en sí mismo», afirmó a CNN.

Su regreso se produce en medio de una polémica por el caso de las joyas que Arabia Saudita regaló a él y a su esposa durante su mandato, y que se intentaron introducir en el país de forma ilegal. La semana que viene Bolsonaro tendrá que testificar ante la Policía.

Bolsonaro también deberá hacer frente a las investigaciones contra él en diferentes instancias judiciales, entre ellas una por supuestamente incitar los ataques del 8 de enero, cuando simpatizantes asaltaron las sedes de los tres poderes en Brasilia. El ultraderechista podría ser inhabilitado políticamente o acusado en un proceso penal.

Según analistas, la estrategia del Ejecutivo de Lula pasará por evitar a toda costa cualquier ataque por parte de Bolsonaro y centrarse solo en los escándalos que salpican al ultraderechista.

MT/RT

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