Un estudio científico contradice la idea de que los niños que crecen como hijos únicos tienen una especie de déficit en sus habilidades sociales que los convierte en seres caprichosos, tal como ha sido la idea generalizada respecto a los hijos crecen sin hermanos.  

Al respecto, la profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres, “estos niños son comparables en términos de personalidad, relación con sus padres, logros, motivaciones y adaptación personal con niños que tienen hermanos”.

La investigación realizada por Goisis y sus colegas, revela que son otros los factores de mayor peso que influyen en el desarrollo de la personalidad de los niños, por ejemplo, la situación socieconómica de la familia, los recursos emocionales de los que disponen los padres o el contexto.

“Encontramos, por ejemplo, que en Reino Unido, donde un hijo único es un indicador de haber crecido en una familia relativamente aventajada, estos niños tenían más tarde en la vida una salud igual o mejor en comparación con niños que tenían hermanos”, arrojó el estudio.

“Mientras que en Suecia, donde prevalece la norma de tener dos hijos y los hijos únicos tienden a provenir de familias en una peor situación económica, estos últimos tienen una peor salud más adelante en su vida”, señala Goisis.

Precisa que la importancia del contexto y la enorme variedad que hay entre los hijos únicos hace que esta no puede considerarse como una categoría en sí misma.

Ventajas

Linda Blair, psicóloga clínica basada en Reino Unido, explica que cada posición dentro de la familia tiene sus ventajas y desventajas y dicha situación no es diferente en el caso del hijo único.

Precisa que el grupo familiar compuesto por un hijo único es el que más ha cambiado en los últimos 40 o 50 años, puesto que se ha vuelto más común, como el resultado de una elección.

Una de las ventajas observadas por Blair en más de 40 años de experiencia, es la excelencia lingüística que suelen tener los hijos únicos, brindándoles una excelencia académica.

 “Esto ocurre por el aporte lingüístico de los padres, que no se ve interrumpido por el de otros niños, que tampoco proviene de sus pares, y que es necesario para el desarrollo del cerebro en los primeros 24 o 36 meses de vida”, refiere.

Agrega que los hijos únicos tienden a vincularse con más facilidad con personas de más edad.

Desventajas

Una carencia notada por Blair es la falta de la llamada “inteligencia de calle” en los hijos únicos, lo que ella conceptualiza como una especie de inteligencia intuitiva y práctica, “que permite reconocer rápidamente qué es lo que alguien va a hacer y que realmente no se puede aprender si no se convives con gente de una edad similar”.

Otra característica es que como pasan gran parte del tiempo solos, o con adultos, no se sienten tan cómodos en el caos.

Por otra parte, la psicóloga estadounidense Adriean Mancillas y autora de: Desafiando los estereotipos sobre los hijos únicos: una revisión de la literatura e implicaciones para la práctica, detalla que hay investigaciones que muestran que los hermanos pueden tener un efecto protector cuando hay en el hogar una relación disfuncional de los padres.

Mancillas destaca la importancia de considerar la búsqueda de apoyo más allá de las figuras parentales, como pueden ser los amigos cercanos o miembros de la familia extendida.

¿Estereotipos?

Los estereotipos negativos alrededor del hijo único se remontan a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, cuando la psicología infantil fortalecía sus bases como campo de estudio académico.

G. Stanley Hall, psicólogo estadounidense y pionero en esta área de estudio, publicó una serie de textos en los que describe a los niños sin hermanos con muchas de las características que hoy día les atribuye la cultura popular. Llegó a describir al hijo único como “una enfermedad en sí misma”.

Poco tiempo después, el psicólogo estadounidense Eugene Bohannon, aportó su grano de arena: según su análisis, la atención exclusiva de los padres al hijo único hacía que estos fueran “altamente sensibles”, “menos arriesgados”, “precoces” y “desconsiderados”.

Sin embargo, otro psicólogo mucho más ampliamente conocido que Hall, tuvo una mayor influencia en perpetuar los estereotipos negativos en torno a los hijos únicos: el austriaco Alfred Adler, argumenta Mancillas.

Pese a que los métodos de investigación de estos investigadores fueron más tarde cuestionados y sus teorías refutadas por numerosos estudios posteriores.

Fuente: BBC Mundo

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