Como Walter Rodríguez Pérez fue identificado uno de los sujetos que secuestró al exteniente venezolano Ronald Ojeda el miércoles 21 de febrero, en Independencia, Chile.
El fiscal Esteban Silva, del Tercer Juzgado de Garantía de Santiago, reveló este martes el nombre de este venezolano, de 28 años de edad, señalado de ser uno de los ejecutores del plagio del exteniente.
De acuerdo a la investigación, reseñada por La Tercera, Rodríguez Pérez es quien abraza por el cuello al exmilitar venezolano, momento que quedó registrado en las cámaras de seguridad del edificio al momento del secuestro.
El sujeto, que está siendo buscado por la policía, tendría vínculos con el Tren de Aragua.
Historial de secuestros extorsivos
Un historial de secuestros extorsivos serían parte del prontuario delictivo de Rodríguez Pérez. Al menos desde 2020 registra antecedentes judiciales en Chile, reseñó el diario El Desconcierto.
El 29 de junio de ese año fue formalizado por el delito de lesiones menos graves en contra de un guardia de seguridad de un supermercado Tottus, en Las Condes, luego de que este le solicitara el permiso único durante la pandemia. Rodríguez se negó y lo agredió con golpes en el rostro. Nunca se presentó en la audiencia de juicio oral y fue declarado en rebeldía.
Dos años más tarde, el 14 de junio de 2022, Rodríguez fue sindicado como parte de una banda compuesta por Manuel Sifonte, Beyker Amador Padilla y Javier Hernández Romero, quienes abordaron con armas de fuego a tres personas que se movilizaban en otro automóvil en las inmediaciones de Américo Vespucio con Autopista Central.
Los sujetos habrían subido al vehículo de las víctimas, trasladándolas a un inmueble en la comuna de Lampa y exigido un pago de dinero a cambio de la liberación de los secuestrados.
Los secuestrados habrían sido retenidos por 38 horas hasta que la familia pudo reunir joyas y diversos artículos de valor.
El 11 de julio de 2022, Hernández, Amador y Sifonte fueron sorprendidos por funcionarios de la PDI, a partir de una orden de registro, en un domicilio en la comuna de Ñuñoa, en la calle San Eugenio.
En el lugar se halló más de 60 gramos de marihuana, 100 gramos de cocaína y 120.000 pesos en efectivo, además de 11 cartuchos calibre 9 mm, 2 cartuchos calibre 38, 25 cartuchos de 9mm, un cartucho calibre 5.56 y un cartucho .40. En el domicilio registrado no se encontraba Rodríguez.
A raíz de estos hechos, el ministerio del Interior interpuso una querella criminal en contra de los imputados y la Brigada de Investigaciones Especiales Antisecuestros de la PDI elaboró un informe policial con diligencias tendientes a ubicar a uno de los sospechosos de participar en el secuestro, el hasta ahora desaparecido Rodríguez Pérez.
Rodríguez Pérez habría participado también en otros secuestros de características similares al de Ojeda.
Un modus operandi «atípico»
El fiscal nacional, Ángel Valencia, abordó el martes las particularidades del modus operandi de los secuestradores y homicidas de Ojeda. «Sí es atípico y sí llama la atención el nivel de logística empleado al inicio para este secuestro en particular, pero también tenemos que recordar que no era un ciudadano común y corriente, era un exmilitar, y es posible que eso haya estado en las cabezas de las personas que planearon el secuestro», dijo a Tele13 Radio.
En efecto, son varias las dudas que circulan en torno a las razones por las que el crimen involucró un montaje -con delincuentes vestidos de policías-, el grado de conocimiento que tenían del lugar donde debían secuestrarlo y el hecho de que le hubieran dado muerte sin dispararle. No querían dejar huellas.
Un informe de la PDI apuntó a que conforme al análisis de las cámaras de seguridad del sitio del suceso -el domicilio de la víctima-, fue posible establecer «la utilización de información privilegiada para hacer ingreso de manera expedita a la vivienda del afectado, toda vez que los ascensores no se encontraban a la vista desde el sector del hall, no existiendo dudas ni búsqueda al momento de dirigirse al departamento de la víctima».
El documento también identifica a terceras personas como sospechosas de haber entregado información sobre la vivienda y el entorno de Ojeda, porque días antes del delito estuvieron recorriendo el edificio, «a modo de inspección, y sin motivo». Poco tiempo pasó desde que secuestraron a la víctima y le dieron muerte.
Pero la forma en que lo hicieron no deja de resultar al menos distinta de lo que usualmente se conoce. El cuerpo no presentó impactos de bala, aparentemente para que no se pudiera seguir alguna pista por los casquillos, sino que se estableció que murió por asfixia mecánica posicional.
Ahora se investiga si su deceso estuvo relacionado con una golpiza, pues las lesiones que presenta abren la posibilidad que pudieran subirse sobre él, presionándolo contra el suelo.
(MT/El Nacional)