Parece obvio que más dinero significa más felicidad. Sin embargo, una vez que se satisfacen las necesidades básicas, las cosas pueden tomar un giro sorprendente.

Nuestra relación emocional con los ingresos, las deudas y las pérdidas es compleja y matizada.

Por supuesto que no hay duda de que el dinero tiene un gran poder y puede influir en las decisiones y acciones de las personas, y de que es una forma efectiva de resolver problemas, especialmente en tiempos de crisis.

Es «un facilitador para que las personas vivan una vida decente», resumió Jan-Emmanuel De Neve, profesor de economía y ciencias del comportamiento en la Universidad de Oxford.

Pero, según investigaciones, hace menos diferencia en términos de felicidad cuanto más rico te vuelves.

La relación entre mayores ingresos y más felicidad es “logarítmica”, explicó De Neve.

Y no fue que no le creyéramos, sino que no le entendimos del todo, así que le pedimos que explicara un poco más.

Resulta que, si tus ingresos anuales se duplican, por ejemplo, de US$20.000 a US$40.000 te pondrás feliz.

Hasta ahí, no hay lugar para el asombro.

Pero si quisieras volver a experimentar el mismo nivel de incremento en tu felicidad y bienestar, otro aumento de US$20.000 no sería suficiente. Te complacerá, pero no tanto.

Para volver a sentir la misma recompensa emocional, tendrías que duplicar tus ingresos nuevamente, de manera que si US$40.000 te hicieron feliz, para experimentar de nuevo ese mismo grado de felicidad necesitarás doblar tus ingresos a US$80.000, y luego, otra vez, a US$160.000, y así.

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Fuente: BBC

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