Un investigador en el Reino Unido ha planteado una idea para lograr alargar el proceso de envejecimiento, a través de la investigación de nuevas nuevas terapias genéticas que permitirían al ser humano vivir 1.000 años o más.

 Joao Pedro de Maglhaes, catedrático de biogerontología molecular del Instituto de Inflamación y Envejecimiento de la Universidad de Birmingham, ha desarrollado un estudio para avanzar en la eliminación del envejecimiento de las células del cuerpo humano.

Las nuevas terapias genéticas prometen hacer que vivamos más años con mejor salud, aunque para eso tenemos que descubrir primero cómo eliminar su efecto a nivel celular.

El investigador portugués señaló en una entrevista que, para conseguirlo, se debe aprender a reparar el ADN y a reprogramar las células para un proceso de envejecimiento drásticamente distinto.

«Mi hipótesis es que tenemos un conjunto muy complicado de programas similar al de los ordenadores en nuestro ADN que nos convierten en seres humanos adultos», declaró.

El biólogo estadounidense George William propuso en 1957 una teoría que planteaba que el envejecimiento es el resultado de unos genes que se programan para ser beneficiosos durante la juventud, especialmente en período de fertilidad, aunque con el paso del tiempo provocan la degeneración de las células y los órganos.

De acuerdo con De Maglhaes, en caso de que el envejecimiento esté programado en nuestro material genético, la reprogramación de las células de algunos genes asociados a este proceso biológico permitirían suprimirlo.

Esto se podría lograr mediante la manipulación genética, con el fin de llevar a las células a un estado conocido como senescencia, en donde no se reproducen pero tampoco mueren.

Sin embargo, el microbiólogo, de origen portugués, comentó que hasta el momento la tecnología para detener el envejecimiento a nivel celular aún no existe, aunque se podría crear en un futuro.

Maglhaes pone como ejemplo los avances científicos que ha habido en los últimos años. Su bisabuelo, dice, murió en la década de los 20 del siglo pasado de neumonía, una de las principales causas de mortalidad en aquella época, pero tras el descubrimiento de la penicilina esa enfermedad se puede curar con una simple dosis de penicilina. Lo mismo puede suceder con el envejecimiento, sostiene Maglhaes, que asegura haber dedicado su carrera a buscar la manera de “engañar a la muerte».

Refirió que no cree que se vaya a tener pronto un fármaco que «cure» el envejecimiento como la penicilina cura las infecciones, pero un compuesto llamado rapamicina es bastante prometedor, pues alarga la vida entre un 10 y un 15 por ciento en animales, y está aprobado para uso humano, como en receptores de trasplantes de órganos; aunque tiene efectos secundarios”, comenta el investigador.

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